EFECTOS DE LECTRUA V: "UNAS ALAS EN MI BALCÓN"
Alicia Céspedes, para su
quinto Efectos de Lectura, ha escogido mi libro Unas alas en mi balcón. Desde
aquí le agradezco de corazón esta maravillosa excursión literaria por este
libro. Gracias.
EFECTOS DE LECTURAS V
COMENTARIOS DEL LIBRO DE
ENRIQUE LINARES MARTÍ
UNAS ALAS EN MI BALCÓN
La visita de una pareja
de cernícalos
Ediciones Diente de león
Colección EXPERIENCIAS
España 2021
En abril del 2022 Sandra
Pérez, que volvía de dictar talleres en España, me entrega un paquete con
varios libros. Entre ellos reconocí de inmediato a Unas alas en mi balcón, de
Enrique Linares Martí, y Ventanas, de Toñi Sánchez Verdejo. ¡Cómo olvidar la
creativa presentación conjunta!
Ya desde el título
Enrique nos anticipa de qué trata Unas alas en mi balcón: un encuentro
especial entre unos pájaros y un humano que toma la forma de un libro hermoso y
conmovedor por su profunda espiritualidad. Confieso que me sorprendió la
relación de confianza entre una familia de aves criando a sus polluelos en la
maceta del balcón de una familia de humanos que los acompañaba sin molestarlos.
Desde ese momento soñaba con tener el libro entre mis manos. Y mi sueño se
cumplió esa tarde gris de abril iluminada por la sonrisa de Sandra.
Al leer la dedicatoria
supe que Enrique se iba a convertir en un interlocutor fundamental para que
nacieran en mí las ganas de volar y de contarles a los lectores de EFECTOS DE
LECTURAS algo de los diálogos que fueron creciendo como las alas de los
polluelos hasta perderle el miedo a los espacios infinitos. Espero que
disfruten tanto como yo con “estas alas” y que les “comuniquen la paz y la
alegría serena de esta vida”…, tal como se lo enseñaron a nuestro amigo haijin.
1. Un secreto a voces:
En este libro pueden
encontrar:
-… “haikus, senryus, haibun, poemas y pensamientos que nacieron”… “desde principios de mayo de 2021
cuando el ave hasta ese momento desconocida puso un huevo en una maceta del
balcón hasta el día de San Juan (24 de junio, la noche más corta del año) que desapareció
el último de los polluelos”…. Y estudiar la armonía estructural de una
historia con personajes que transmiten emociones complejas con naturalidad y
sencillez.
- O una historia de
amor. Cuando Enrique aceptó mi propuesta de incluirlo en EFECTOS DE LECTURAS me
dijo que el libro era “una historia de amor”… “Un amor de alguien que
observa que la Naturaleza le regala algo en forma de alas”… “Cuando iniciamos una relación de amor, y no solo de pareja, sino con la música, con el arte, con personas lo que haces es escuchar”… “Yo permanecí mucho tiempo escuchando lo que decía el cernícalo…”.
¡Escuchar al cernícalo
unido al comienzo de una historia de amor!
Corrí a buscar en mi
biblioteca “Los placeres de la literatura japonesa”, de Donald Keene. Este autor
describe cuatro pilares básicos de la estética japonesa siguiendo a Kenko en
“Ensayos sobre la pereza”: “En todas las cosas, sostiene, lo más admirable es
su comienzo y su fin. ¿O es que el amor entre un hombre y una mujer solo existe
en el momento en que se poseen?... “Los comienzos evocan lo que sigue, o los
finales que sugieren lo que fue, dejan a la imaginación el espacio necesario
para expandirse más allá de los hechos concretos hasta los límites de la
capacidad del lector de un poema, del espectador de una obra de teatro Nö, o
del amante de las pinturas monocromas”.
Es en ese espacio de la
imaginación donde las alas se despliegan y vuelan hasta la altura que nuestra
sensibilidad nos permita. Es allí donde el diálogo con Enrique se interna en el
misterio del arte en todas sus manifestaciones y empapados del rocío vital
transforma nuestra vida cotidiana en una ventana abierta a la contemplación de
la Naturaleza que no necesita palabras para hacernos vibrar con sus señales.
Ustedes, queridos lectores,
decidirán la forma de apropiarse de esta historia si es que pueden mantener la
distancia suficiente. A mí la historia me atrapó de entrada y he vivido el
tiempo del diálogo con Enrique como un momento mágico donde la racionalidad
lógica cede el paso a la dimensión mística.
Dicho esto, empecemos
con la primera pregunta:
2. ¿QUIÉN ES Y QUÉ HACE
ENRIQUE?
En la solapa del libro
van a encontrar una breve reseña del Director de la gaceta de haiku HOJAS EN LA
ACERA y de los programas de Radio HELA en el canal de You Tube de Hojas en la
acera, además de algunas de sus muchas intervenciones y publicaciones en el
largo camino artístico recorrido.
Me interesaba más lo que
no se escribe en un Currículo y por eso le pedí que nos contara sobre su vida:
“Nací en Valencia, a
orillas del Mediterráneo, y como dice Serrat en su canción: “…llevo tu luz y tu
olor/ por donde quiera que vaya…” “Este mar, en medio de la tierra, está lleno de música y de poesía. Por eso no es de extrañar que mis ojos, siendo muy pequeño, se quedaran prendados observando la caída de las hojas en otoño; que retrasara el sueño un poco más para seguir disfrutando de la luz de la
luna; que el mar me dijera muchas más cosas que la palabra playa; que abrazar
un árbol fuera lo más normal del mundo; que pudiera leer mil veces el verso de
un largo poema disfrutando cada sílaba, cada imagen, cada sentimiento… Todo eso
para que al final un día descubriera tres versos sencillos, sin
complejidades, que hablaran de casi Nada, y que en ese momento supiera que había llegado sin saber a dónde, pero eso sí, con la certeza de haber llegado”.
La cita es larga pero
creo que vale la pena escuchar la voz de un haijin enamorado del haiku que
conserva la mirada de aquel niño descubriendo un mundo lleno de sensaciones.
Enrique relaciona este encuentro con el haiku con su otra pasión: “La música
vino muy pegada a los versos. No hay un solo día que en mi cabeza no suene una
melodía y recite unos versos. Con todo este equipaje camino por la vida entre
aciertos y tropezones. Y a veces, algunas veces, soy feliz”.
¡La música! Imposible
imaginar un rincón de Valencia sin música y sin los colores brillantes de un
cielo que se extiende desde los campos al mar: “Quizás por eso las fallas
tienen tanto color al ser pintadas”. Valencia tiene una luz especial, repiten
españoles y extranjeros. Y “esa luz especial que brilla por estas tierras” pudo
ser plasmada en pinturas de la vida cotidiana por Joaquín Sorolla, el artista
del que me enamoré ante el primer cuadro y sigo en las redes como una devota.
Vemos que, además de la
música, el arte en general anida en la sensibilidad de un ser espiritual
enamorado del haiku. He seleccionado algunos haikus, poemas y reflexiones para
comentarlos en forma breve. Con mucho gusto les anticipo una segunda parte con
el resto de temas y autores “ligados a la alegría y la desnudez de la entrega
artística”.
3. ENRIQUE, SU FAMILIA Y
AMIGOS HAIJINES ATENTOS A ESTAS
ALAS.
Imaginemos a Enrique
escuchando lo que dicen los cernícalos, acompañado por: ENCARNA, ANA Y
RAQUEL, en la dedicatoria dice de su familia: “También ellas participaron de
estas vivencias y son fuente de mi energía”.
FÉLIX ARCE (momiji) que
abre las alas en un prólogo profundo como el misterio que habita en la mirada
de dos familias: “La familia que mira, la familia que es mirada. Estas líneas…
El cristal de una ventana. ¿Une?, ¿separa?” Preguntas sin
respuestas por lo menos racionales. La verdad aparece cuando menos se la espera
y es simple “…me hubiese gustado estar ahí. Como a cualquiera que lea este libro. …Estar.
Nada más”.
Una invitación
emocionante a leer este libro. A compartir las vivencias y zambullirse “como
podemos en el silencio al atardecer”… Sentir “Alegría”…”Paz” y agradecer su generosidad: “Gracias Enrique, de corazón”, escribe Félix desde San Francisco,
California.
TOÑI SÁNCHEZ las despide
en un epílogo que cierra las cortinas de la ventana para que el nido vacío no
duela. La haijina comparte con nosotros lo que siente: una mezcla de alegría
porque los polluelos aprendieron a volar y de tristeza porque para una mamá
siempre ese vuelo iniciático se produce antes de lo esperado.
SANDRA PÉREZ, ilustra
con trazos firmes y suaves los efectos de la mirada de Enrique que se ha vuelto
ventana que aloja el misterio de la vida.
JORGE LLORCA SILVESTRE
escribe un texto con un título que esconde el misterio en palabras
desconocidas: FALCO TINNUNCULUS, y aprendemos lo que discurso científico sabe
sobre estas aves que han logrado hacerse amar por medio mundo.
4. MIENTRAS LOS POLLUELOS
CRECEN SEGUIMOS LANZANDO
REDES AL MAR LLENO DE
MÚSICA Y POESÍA
Amigos lectores aquí
comienza una selección personal de poemas, haikus y reflexiones que comentaré
unidas al diálogo permanente con Enrique. Les dejo la grata tarea de encontrar
en la propia lectura aquellos asombros, luces y oscuridades que los motiven a
seguir conectados con la Naturaleza respetando a todos los seres sin
discriminación.
· Nacer en una
pequeña maceta con un futuro en un cielo inmenso
cielo sin nubes,
uno de los pollos
abre y cierra las alas
Me emociona el juego de
relaciones invisibles que late en el corazón de este haiku. Un cielo
transparente, luminoso. La brisa acariciando el cuerpito recubierto de
plumones. El ritmo armónico al abrir y cerrar las alas acentúa el silencio de
una mañana o del atardecer. Mamá Zanahoria pronto llegará con el alimento que
lo hará crecer sin miedo a ese inmenso “afuera”. Este haiku está ligado a la
contemplación de un polluelo y su madre iluminados por un hermoso cielo azul.
Enrique escribe que en esos momentos una música resonaba en su cabeza: “Bibo no
aozora” (Hermoso cielo azul), de Ryuichi Sakamoto.
Músico y tema
desconocidos para mí. Le pido que me cuente algo sobre él y me envía el link
para que lo oyera. Mientras lo escucho siento que mi cuerpo pierde las barreras
que lo limitan y se disuelve en un juego de sonidos producidos por dos
instrumentos que a veces van juntos en plena armonía y a veces se desacoplan y
me producen una incomodidad que solo calma el silencio que escucho si no me
distraigo. Uno de los instrumentos es el cello, el otro es el piano. No importa
el nombre de los instrumentos ni saber teoría musical, lo que Enrique dice
ilumina y profundiza la lectura de este haiku: el cello es “el run run de la
vida”, esa armonía que siempre está ahí, y el piano es la persona, lo que surge
de esa cotidianidad… y tiene vida propia”…”hay un momento de desencuentro en que esa
armonía se pierde, …incluso desafina… eso suele pasar en la vida… ese
desarmonizarse con lo que hay pero de repente vuelve el piano y vuelve el cello
a armonizarse otra vez”. “El ave estaba armonizada con el paisaje… en plena
armonía con la vida”…”es hermoso el saber estar”. “Normalmente en esta vida tan ajetreada nos
vamos a ese desafinarse con ese run run de la vida y… Zanahoria le dice que
vuelva el piano a armonizarse con todo. …” ¡Qué lección para Enrique y para nosotros, lectores
implicados en una historia que nos lleva sin saber a dónde ni por qué!
¿Dejarse llevar? ¿Armonizarse con la vida? Este haiku encierra el carozo del
saber estar de una fruta silvestre que crece y madura sin pensar en seguir la
ruta de los mercados.
· No hay prisa… “Voy bambando por la vida con unas alas de agradecimiento.” Enrique
Linares Martí
Caminemos por las calles
del Barrio del Carmen sin prisa, sin un propósito: “Bambar” es la palabra
valenciana para ese andar sin pensar en nada. En la Patagonia argentina decimos
“Ir al viento”. Ambas palabras suponen un par de alas. Nadie con los pies
firmes sobre la tierra puede disfrutar de una experiencia en la que se deja de
ejercer el control sobre lo que se cree importante para dejarse llevar como una
pluma por el viento. Pocos aceptarían el desafío. ¿Será por eso que lo agradece?
Me pregunto qué tendrá
de especial este barrio y como por arte de magia Enrique me cuenta que es el
más antiguo de Valencia y uno de los más grandes en superficie de Europa. Debe
su nombre a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. Me cuenta de sus
callejones estrechos típicos de la cultura árabe y cómo ese barrio antiguo
donde se ejercía la prostitución se convirtió en un barrio bohemio, un rincón
de artistas y músicos ideal para bambar y… “recorrer a los veinte años los “pubs” tocando jazz”.
La frase del comienzo de
este apartado está incluida en un texto que Enrique escribió en valenciano. La
contemplación y la espiritualidad lo llevan a agradecer todo lo que vive,
agradable o no: “porque si estás atento de todo se aprende. Y ese bambar sereno
casi siempre lleva la palabra gracias en mis labios”.
Enrique no puede ver mi
sonrisa pero la intuye. Aquí y al otro lado del océano la juventud ensaya un
andar por la vida sin tanto dramatismo adulto. Y recibimos críticas tal como
¡Otra vez en la luna de Valencia!, yo la conocía por mi familia española. A mis
amigas les decían ¡Vagas!
¡Vayan a trabajar!
“a la lluna de Valéncia”…
la silueta del ave
en la maceta
¡La prisa ligada al
tiempo! Según la leyenda las puertas cerraban a determinada hora la ciudad
amurallada y el que no llegaba a tiempo debía dormir a la intemperie. Afuera,
del otro lado de la muralla de cristal, mamá Zanahoria no tiene prisa, ni está
inquieta mientras da calor a sus hijos que duermen adentro de unos huevos que
se bambolean con los latidos del corazón materno. Adentro, en la oscuridad de
la habitación, Enrique la contempla sereno, confiando cada vez más en ese
diálogo de miradas que los une más allá de las palabras.
Intento escribir…
Les confieso que tuve
que leer varias veces este capítulo intentando comprenderlo desde el intelecto.
Me sentía incómoda ante tanto no saber mío: la música y sus silencios: pasajes
a un mundo tan misterioso como el compositor con nombre intraducible: Arvo Pärt
y “las sutiles notas de “Für Alina”. La cita no logra aclarar mi desconcierto
(¿tintinabulación?). Le pido ayuda a nuestro paciente amigo que comprende mi
estado de inquietud. Se nota especialmente en este capítulo que Enrique ha
transitado los caminos de casi todas las formas de expresión artística (la cita
de la gran bailarina Martha Graham nos descubre el lugar privilegiado que tiene
el ballet) Caminos que sigue recorriendo incansablemente con la misma alegría
de un niño tras las mariposas en un campo lindero al mar. Me aconseja que
escuche en You Tube la versión de Joana Gama.
Coincido con Enrique, no
es fácil escuchar a este compositor estonio. “Se requiere mucha serenidad
interior. Für Alina es buscar el silencio entre sus notas. Es querer atravesar
la música para llegar a conocer qué hay tras ella”… “Trabajar con pocas notas no significa ser simple (tú lo sabes por el haiku)”…
a primera hora
el sol en la maceta.
El chillido de los
vencejos
Dice Kenkö que “la casa
es la morada temporal del hombre. ¡Y qué agradable es vivir en una que reúna
las condiciones necesarias y tenga armonía!” Nosotros, occidentales,
construimos casas perdurables, le tememos a lo efímero, a la impermanencia
característica de la belleza.
Cuanto más sencilla es
nuestra casa-vida mejor apreciamos el paso del tiempo en la naturaleza. En este
haiku el silencio de un amanecer luminoso se quiebra por unos chillidos-voces
de los vencejos que cambiaron el nido por un cielo infinitamente azul. Y este
quiebre también es armonía porque transmite la alegría de sentir que ha llegado
la hora de volar…
Vuelo iniciático que
cada lector hará o no: medir el tamaño de sus alas no hará que se pierda el
miedo a los espacios abiertos. La luminosidad entibia mi cuerpo. “Nadie puede
ser noche/ si antes no se ha emborrachado de luz” Volar. Abrir las alas y
seguir al viento. ¿Tendrá alas el viento? El haijin Hattori Ransetsu, discípulo
de Bashô, escribe sobre unas hojas que se han vuelto nuestras alas:
cae una hoja,
y ¡plas! Otra hoja cae
en alas del viento.
Por mi parte me voy
despidiendo, Enrique ha abierto la ventana y “la maceta está vacía”. Lamento no
poder decirles adiós a esas aves que cambiaron la vida cotidiana de todos
los que nos atrevimos a dejar nuestra ficción de protagonismo. Aun sabiendo que
“no me crecerán alas, pero sí la ilusión de tenerlas”, agarro una pluma antes
de que la aplaste el autobús de línea:
oscurece…
sin decir nada recoge
una pluma del suelo
iba a decir…
pero al pisar la arena
tan solo el mar.
Sigo caminando. Serena,
en silencio. Sin prisa, sin correr detrás de las palabras. “La vida es el
mordisco que damos a la fruta”.
¡GRACIAS ENRIQUE!
¡HASTA LA PRÓXIMA!
ALICIA
#efectosdelecturas
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