Sabía que más tarde o temprano debía ocurrir...

 




Que mis ojos, siendo muy pequeño, se quedaran prendados observando la caída de las hojas en otoño; que retrasara el sueño un poco más para seguir disfrutando de la luz de la luna; que el mar me dijera muchas más cosas que la palabra playa; que abrazar un árbol fuera lo más normal del mundo; que pudiera leer mil veces el verso de un largo poema disfrutando cada sílaba, cada imagen, cada sentimiento...

Todo eso para que al final un día descubriera tres versos sencillos, sin complejidades, que hablaran de casi nada y, que en ese momento, supiera que había llegado, llegado sin saber a dónde, pero con la certeza de haber llegado.

Sabía que esto tenía que pasar, más tarde o más temprano.

Así supe que la luna, los árboles, el mar y el vuelo eran sólo eso: luna, mar, árbol y vuelo... y conocerlo me llenó de profunda alegría.


Enrique Linares Martí

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